Monólogo a la orilla del fin del mundo
sábado, 20 de febrero de 2021
por Arantza Caballero
Y en el séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho.
Génesis 2:2
(uno)
Se metió por mi ojo cabalgando un escupitajo verdeazulado desde unos labios rojoamarillos. Sentí la náusea llegar cuarentaycinco minutos después. Creo que me desmayé pero en lugar de golpear concreto golpee un vacío que me llenó la boca de sangre. Sangre que me salió por los poros. Creo que tuve una contusión que me duró sesentayocho días pero me sigue durando cientoochentaydos días después. Me dijeron no duermas por tresseis horas pero termine no durmiendo por tresseis meses. Tuve una gripa horrible y la nariz me goteaba verdeazulada y la punta de mis dedos se volvió estática y no podía cambiar de canal. Luego me di cuenta del corto circuito en mis venas y la saliva atorada en mi garganta. Escupí un gargajo azulverdoso que iba cabalgando ondas de algo que olía al tallo podrido de las rosas de hace trescuatro meses o más.
(dos)
No puedo con la estática. No puedo con el nomovimiento. Vibro fuera de mi cuerpo porque me urge fusionarme con algo que sea más que yo. Estar en cama es un martirio, pero salir de ella me llena de una pesadez que atraviesa mi piso y no tengo dinero para arreglar los hoyos en el concreto. Me tomó cinco días cruzar hasta mi cocina. La basura ya me llega hasta las rodillas y ya no sé si el olor a caca viene de mi o del puerco tirado en el sillón. Quién sabe.
(tres)
Oigo campanas a cada diez pasos que doy. Hay demasiadas campanas dentro de demasiadas iglesias. Su repicar crónico y doloroso me truena las articulaciones y me astilla las costillas, ya van tres veces en dos minutos que tengo que dislocarme el hombro para volvérmelo a acomodar. Me caigo de rodillas y la piel de la patela derecha se me ancla a un clavo en el concreto, se jala y mi músculo se revela como si me estuviera quitando una media. Sigo de rodillas pero empiezo a orar mientras siento una espina clavarse en mi rótula izquierda.
(cuatro)
hoy se me cayeron cuatro dientes y de la encía brotaba pus y alma de algo que ya no parece mío me hundo entre colchas como un saurisquios en alquitrán pero es demasiado cálido en la esquina hay algo que crece que no creo que sean mis ganas de salirme de aquí pero qué lindo es el destello detrás de un ojo nublado y opaco por la ceguera y las espinas de las yemas de mi dedos que en vez de rascarme me rasgan la piel de los talones atravesados por varillas de acero de los puentes en el techo de mi cuarto. hoy tosí cuatro dientes y me sangraron los ojos.
(cinco)
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
Qué curioso es todo esto.
(seis)
Me he convertido en piedra más veces de los números que puedo llegar a contar. De repente toso una astilla y recuerdo. Tengo un cordón atado al meñique que cada día me corta más la circulación. Se me desvió el tabique de la nariz y hay una cicatriz que me va desde la nuca relampagueando hasta el sacro y el coxis. Sigo sin tener dinero para pagar los hoyos en el concreto y me he caído al vacío más veces de las que puedo llegar a contar pero ahora despierto después de tresseis horas y la pus que me brota del lagrimal es un precio muy bajo comparado a lo que gané yo.
(siete)