El silencio, los espacios y lo femenino en Trifles, de Susan Glaspell
por Lia Galván
miércoles, 29 de diciembre de 2021
Susan Glaspell, conocida como “la madre del teatro moderno americano” (Hernando 1), escribió Trifles, su primera obra, en el verano de 1916. Ésta se basa en un caso que Glaspell investigó cuando trabajaba como reportera en su natal Iowa. Trifles, que se puede traducir como “nimiedades” o “bagatelas”, presenta la investigación de las motivaciones detrás del asesinato de John Wright, el cual al parecer fue perpetrado por su esposa Minnie. En la obra, mientras que el sheriff, el fiscal del condado y un vecino supuestamente se dedican a buscar evidencia incriminatoria en la casa de los Wright, la señora Peters y la señora Hale se quedan en la cocina, donde gracias a su comprensión de los elementos domésticos descubren el verdadero motivo del crimen: el abuso de John Wright hacía su esposa.
En la obra, las mujeres ejercen un lenguaje silencioso, el cual no se construye por medio de palabras sino de acciones, miradas y experiencias compartidas. La importancia de lo que no se dice se refuerza por el hecho de que lo que la señora Hale y la señora Peters deciden callar es mucho más relevante para la investigación del asesinato que lo que los personajes masculinos enuncian. Por lo tanto, como Carmen Manuel indica, “la manera en la que llenamos estos silencios dependerá en última instancia del género” (60). Y es que, para entender sus implicaciones, se debe tomar en cuenta cómo lo femenino se relaciona con las tareas del hogar y los espacios donde se llevan a cabo.
Con lo anterior en mente, hablaré sobre el tema de lo no dicho en Trifles, y el vínculo, según la teoría de José Luis García Barrientos, con los espacios “patentes” (que son los que se representan físicamente en escena), los espacios “latentes” (que los personajes pueden ver y acceder, pero que quedan restringidos al público) y los espacios “ausentes” (a los que no tienen acceso ni el público ni los personajes). Asimismo, haré un análisis de las “relaciones paradigmáticas” que según Barrientos se establecen entre “cada uno de los espacios con otros signos de la obra” (158); en este caso, los signos en los que me enfocaré son el tema de lo no dicho y los personajes femeninos. La finalidad de esta interpretación es evidenciar que la comprensión y reapropiación que hacen Minnie Wright, la señora Peters y la señora Hale de prácticas culturales como el silencio y los espacios tradicionalmente considerados femeninos subvierten las dinámicas de poder y los roles detectivescos convencionales.
En primer lugar, para analizar la subversión de las relaciones de poder en la obra es importante tomar en cuenta el rol de los personajes femeninos en las obras detectivescas tradicionales. De acuerdo con Santaulària:
En la tradición clásica las mujeres aparecían, frecuentemente, como víctimas. En caso de aparecer como investigadoras, no son ni profesionales ni sexualmente agresivas o son solteronas metomentodo, o las novias o esposas de los investigadores principales. (92)
Como esta cita indica, en la ficción detectivesca tradicional los personajes masculinos suelen estar en una posición de mayor poder que los personajes femeninos al ser considerados los detectives “principales”.
En Trifles se replica esta convención, ya que George Henderson, el fiscal del condado, y Peters, el sheriff, se dedican profesionalmente a investigar. Incluso Hale, que no se dedica a ello, desempeña la función de investigador al acompañar a Henderson y a Peters durante el proceso que implica analizar la escena del crimen, buscar la evidencia e intentar descifrar el motivo del asesinato. Lo masculino se puede asociar, entonces, con el proceso de detección oficial, y esto los posiciona como los detectives “legítimos”, sin importar que no todos se dediquen de forma profesional a esto. Otras de las convenciones descritas por Santaulària están presentes en la obra, como que los personajes femeninos no son investigadoras profesionales ni sexualmente agresivas. Sin embargo, algunas de estas convenciones se subvierten al igual que las relaciones de poder, ya que, aunque la señora Hale y la señora Peters no son las detectives oficiales del caso, sí son las investigadoras principales dentro de la obra. Al final, son ellas quienes encuentran la evidencia y descifran el motivo del asesinato. Además, las mujeres no son las víctimas del crimen, cómo en las obras tradicionales de detección, sino que es una mujer quien lo comete.
En cuanto a los espacios, vale la pena analizar la granja de los Wright, a nivel general, como el lugar que contiene la cocina y el cuarto donde se comete el asesinato. Desde el primer diálogo se insinúa que una de las primeras características de éste es que es un espacio frío:
FISCAL DEL DISTRITO [Frotándose las manos.]: ¡Ah, ¡qué bien sienta esto! Acérquense al fuego, señoras.
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A ello, la señora Peters responde “Yo… no tengo frío” y se rehúsa a acercarse. Se puede ver desde el principio de la obra que el frío no es sólo una característica física del espacio, sino también de las relaciones entre los personajes, en particular entre los masculinos y femeninos.
Otra característica que se asocia con la granja de los Wright es el aislamiento. Cerca del final de la obra, la Señora Hale le dice a la Señora Peters: “A mí nunca me gustó este sitio. A lo mejor es porque está metido en una hondonada y no se ve la carretera. No sé qué es, pero es un lugar triste y siempre lo ha sido. Ojalá hubiera venido a ver a Minnie Foster alguna vez… Ahora lo veo”. Se da a conocer entonces que la casa se encontraba en una hondonada, lo cual crea una distancia física entre ésta y el resto del pueblo. Asimismo, se establece una distancia social, porque se infiere que no era usual que los Wright recibieran visitas y se sabe que no tenían teléfono en la casa. Estos detalles se pueden interpretar como estrategias con las que Wright aisló a su esposa de gente que podría haberla apoyado.
Por último, la casa también se identifica como un lugar silencioso. Esto se observa desde el primer acercamiento al crimen por parte de Hale, quien cuenta: “No vi ni oí nada. Llamé a la puerta y aun así no se oyó nada en el interior. Sabía que tenían que estar levantados, eran pasadas las ocho. Así que llamé otra vez, me pareció oír a alguien decir ‘adelante’. No estaba seguro, y aún no lo estoy”. De esta manera, el silencio parece ser algo que predomina sobre todo lo demás, incluso sobre las palabras de Minnie, las cuales Hale no está seguro de haber escuchado.
Con estas estrategias dramáticas y descriptivas, la casa de los Wright se establece como un espacio frío, aislado y silencioso. En este sentido, cómo Carmen Manuel indica, “el hogar edénico estadounidense se convierte en un espacio amenazante de pesadilla” (58). Por si eso fuera poco, Wright era quien confinaba a Minnie a éste e imponía el silencio y el aislamiento social sobre ella, lo que, junto con los elementos ya mencionados, refleja la violencia presente en la casa.
Entonces, ésta se puede ver, como Carmen Manuel lo enuncia, como “la prisión que el patriarcado ha hecho del matrimonio” (Manuel 56); por lo tanto, el asesinato de su esposo es para Minnie la única forma de escapar de ese lugar, que representa una prisión figurativa, aunque esto signifique que tenga que enfrentarse a una prisión real.
Esto me lleva al análisis del espacio donde sucede el asesinato de John Wright, el cual nunca aparece en escena. Es relevante para la posterior subversión de los roles de poder que este espacio, al cual solo tienen acceso los personajes masculinos, sea latente y no patente, ya que el público nunca lo ve. Al ser los únicos que tienen acceso a éste y a la supuesta escena del crimen, los personajes masculinos en apariencia se posicionan en un papel privilegiado en la investigación, ya que se asumen como los detectives principales. Pero que este cuarto nunca se represente en el escenario, y que además no se encuentra evidencia en él, indica que no es el espacio más relevante para la obra, ni para la investigación del motivo del asesinato.
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Otro personaje que nunca aparece en escena por encontrarse en un espacio ausente es Minnie Wright. Durante toda la obra ella está en la celda de la prisión del condado, por lo que ni los personajes ni el público tienen acceso a ella ni a su voz. Aun así, se establece una conexión entre Minnie, su casa y su feminidad que se observa cuando la señora Peters afirma:
Dijo que quería un delantal. Es raro que pidiera eso, Dios sabe que no hay mucho con lo que ensuciarse en la cárcel. Pero supongo que es para sentirse más cómoda. Dijo que estaba en el cajón de arriba de este armario. Sí, aquí está.
Este diálogo refleja que, al encontrarse en un espacio extraño y ajeno para ella, Minnie busca conservar elementos que la conecten a lo doméstico y a lo tradicionalmente femenino, como el mandil. Esto resalta la fuerte relación entre Minnie y su casa, a la cual la señora Hale alude al decir: “¿Sabe? es como si estuviéramos husmeando a sus espaldas. Encerrarla así en la ciudad ¡y luego venir aquí a intentar volver su propia casa en su contra!”. Y eso es justamente lo que hacen los personajes masculinos. La señora Hale y la señora Peters, por su parte, toman ventaja de esta conexión, ya que, como Janet Wright argumenta, al analizar los elementos domésticos ellas “leen la historia de la infelicidad o angustia mental de Minnie Wright” (238).
La importancia de la relación entre Minnie, su feminidad reflejada en los elementos domésticos y el motivo del asesinato se revela en el único espacio patente de la obra: la cocina. Es relevante que la cocina sea el único espacio que se representa en escena ya que, según Marina Angel, históricamente se le ha considerado “el espacio prototípico de las mujeres en la casa” (23). En ésta hay elementos domésticos que para los personajes masculinos son meramente “cosas de cocina”, o “nimiedades”, pero que los personajes femeninos ven como evidencia. El primer elemento encontrado en la cocina que funciona de esta forma y que al mismo tiempo se asocia con lo femenino es el tejido. Los hombres lo ridiculizan al burlarse de la conversación que tienen las mujeres sobre él. Pero, aunque ellos lo consideren una nimiedad, ésta es una de las piezas de evidencia más relevantes, ya que se conecta con el arma homicida, como se observa en el siguiente diálogo:
SRA. HALE: Bueno, supongo que el Sr. Wright tampoco se despertó mientras le deslizaban la soga alrededor del cuello.
SRA. PETERS: Sí. Es extraño. Debieron hacerlo de forma tremendamente hábil. Dicen que es una manera muy… rara de asesinar a un hombre.
Cuando la señora Peters describe el método de asesinato como “tremendamente hábil”, aunado al hecho de que se utilizó una cuerda, queda en evidencia la relación entre el tejido y el arma homicida.
El segundo elemento que se puede considerar evidencia, ya que refleja el estado mental de Minnie, son las tareas a medio hacer que dejó por toda la cocina. Mientras que los personajes masculinos se refieren a ellas como “un lindo desorden”, la señora Hale y la señora Peters conocen y comprenden estas tareas, y que su interrupción es significativa. Gracias a que entienden los movimientos de Minnie, la señora Hale infiere que dejó las tareas a medias porque se encontraba angustiada y nerviosa, como ella misma lo dice: “Mire, éste es el que estaba trabajando, ¡y mire el bordado! El resto están todos tan regulares y bien cosidos. ¡Pero mire éste, se ha salido en todas las puntadas! ¡Es como si no supiera lo que estaba haciendo!" (5). Así, las tareas inconclusas reflejan que Minnie se encontraba alterada al ser víctima del aislamiento y del abuso por parte de su esposo.
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El carácter físico de dicho abuso se puede inferir a partir de la jaula y el canario, los últimos elementos que la señora Hale y la señora Peters encuentran en la cocina y que son evidencia clave para desentrañar el motivo del crimen. En el siguiente diálogo se observa el vínculo entre la jaula y la violencia intrafamiliar:
SRA. PETERS [Examina la jaula.]: Mire esta puerta. Está rota. Una bisagra está arrancada.
SRA. HALE : Parece que alguien fue brusco con ella.
Aunque no se enuncie, se asume que ese “alguien” que arrancó la puerta de sus goznes fue John Wright y, esto, como Marina Angel afirma, se puede interpretar como “una señal de violencia extrema y enojo” (550). Esta impresión se refuerza cuando la señora Hale y la señora Peters encuentran, poco después, el cadáver del canario:
SRA. PETERS: Es el pájaro.
SRA. HALE [Se levanta de golpe.] Pero, Sra. Peters — ¡Mírelo! ¡Mire su cuello! Está todo – retorcido.
SRA. PETERS: Alguien… le retorció el cuello [Sus ojos se encuentran. Una mirada de creciente comprensión, de horror.]
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Aparece aquí una vez más ese “alguien” vinculado con la violencia extrema ejercida sobre el canario. Además, se denota lo perturbadora que es la manera en la que Wright lo asesinó, ya que implica un silenciamiento forzado, el cual se puede relacionar con Minnie. Marina Angel certeramente afirma que, “así como John Wright estranguló al canario y mató su voz, también silenció a Minnie al estrangularla lentamente mediante el abuso” (550).
Al encontrar el canario, la señora Hale y la señora Peters comprenden el motivo del asesinato, lo que se puede asumir cuando ellas se refieren a la muerte de John Wright:
SRA. HALE: Su cuello. Lo asfixió hasta morir.
SRA. PETERS: No sabemos quién lo mató. No lo sabemos.
SRA. HALE: Si hubiera habido años y años de silencio y después un pájaro cantase, todo se quedaría terriblemente –silencioso, si el pájaro dejase de cantar de nuevo.
De este diálogo se pueden inferir varios elementos. En primer lugar, se crea un paralelismo entre el asesinato del canario y el de John Wright, el cual, según Janet Wright, crea una sensación de “justicia poética” (228). En este sentido, se podría deducir que la razón del asesinato fue venganza por matar a la mascota de Minnie. Sin embargo, como se puede entender por el último diálogo de la señora Hale, el asesinato también se puede ver como una forma de autodefensa, ya que el canario era el único ser que le hacía compañía a Minnie en aquel lugar frío y aislado, y dentro de un matrimonio violento. Por esto mismo, como explica Marina Angel, su ahorcamiento puede indicar que Minnie estaba en riesgo de “violencia seria y muchas veces letal, que está a punto de suceder” (550).
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Esto se exacerba cuando la señora Hale crea un paralelismo entre Minnie y el canario al decir “si lo piensas, ella era un poco como un pájaro también” (7). De esta manera, se asocia la jaula con el encierro de Minnie y además, al asesinar al canario, Wright, en un nivel simbólico, también la asesinó a ella.
Cuando los personajes femeninos juntan todas las piezas que revelan que el matrimonio en el que Minnie se encontraba era abusivo y que este abuso fue la razón por la que mató a su esposo, se gesta el silencio más significativo de la obra: el encubrimiento de la evidencia. Esta acción, que a su vez ocurre en la cocina, se indica mediante una acotación:
La SRA. HALE se levanta... mirando intensamente a la SRA. PETERS cuyos ojos se mueven lentamente hasta encontrarse finalmente con los de la SRA. HALE... sus ojos se dirigen hacia el lugar donde está oculta la caja (donde se encuentra el canario). Rápidamente la SRA. PETERS… trata de meterla en el bolso que lleva. Es demasiado grande... se queda de pie, desesperada. Suena el picaporte de la puerta de la habitación de al lado. La SRA. HALE le arrebata la caja de las manos y la mete en el bolsillo de su abrigo.
En esta cita se observa de nuevo cómo, sin enunciarlo, y sólo por medio de miradas y acciones, la señora Hale y la señora Peters denotan que comprenden la situación de Minnie, los abusos que vivió y el hecho de que muchas mujeres pasan por situaciones similares. Cómo la señora Hale establece: “Yo sé cómo pueden ser las cosas para las mujeres… Vivimos cerca y estamos tan lejos. Y todas pasamos por las mismas cosas –sólo son diferentes clases de la misma cosa”. Al ser las únicas capaces de entender a Minnie, la señora Hale y la señora Peters son las únicas que de verdad pueden juzgarla. Su veredicto es, entonces, que Minnie no merece ser encarcelada ni castigada.
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De esta manera, la subversión de los roles de poder en Trifles se da de formas distintas mediante la feminización de los espacios y el silencio. El hecho de que la cocina esté representada como el espacio más importante para la investigación del asesinato, crea una conexión entre la comprensión de los elementos domésticos, lo femenino, y la investigación detectivesca. Esto subvierte lo establecido en las obras de detección tradicionales, ya que en ellas los personajes femeninos no suelen desempeñar el papel de detective. Además, el silencio final que gestan en la cocina es otra estrategia para subvertir las relaciones de poder, ya que, como se indica en la obra, ellas entienden la forma de comportarse de los “jurados cuando se trata de mujeres” (Glaspell, 9). Por lo tanto, saben que la única forma de darle un juicio justo a Minnie en una sociedad patriarcal es, paradójicamente, quedándose calladas.
En la obra, la señora Hale y la señora Peters nunca menciona en voz alta que Minnie fue quien mató a su esposo, ni que el motivo del asesinato fue la muerte del canario, ni que planeaban ocultar la evidencia del caso. Esto transcurre en total silencio, pero se entiende a través de sus miradas, sus acciones, y de las implicaciones de lo que no dicen. Al saberlo y decidir callarlo, los personajes femeninos toman control de la situación, ya que, cómo explica AkÅŸehir, “son las mujeres las que toman el poder y lo utilizan contra los hombres, callando en los momentos oportunos, controlando y destruyendo las pruebas del delito” (4). De esta forma, Glaspell señala el valor de la experiencia compartida de las mujeres, su feminidad, los espacios asociados con ella y la relevancia que los elementos domésticos pueden llegar a tener al convertir las supuestas trifles o nimiedades en los elementos más importantes de toda la obra.
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