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Desde el umbral de los días

por Anehel  Ramírez

domingo, 27 de septiembre de 2020

I

 

en el coito inacabable

la multitud se petrifica

es tan callada la cópula

tan ingrávida su presencia

que ella es la pobladora de la habitación blanca

del charco bautismal donde se hunden las cabezas

y brota

de aquel hondonal sanguíneo

que baña las figuras y los rostros uno a uno

la boca ardiente 

que nombra y edifica

y edifica también cuando calla

con el cincel de su lengua 

por los corpóreos intersticios 

Madre

¿es grande o diminuta la fiel morada de las cosas? 

desde el umbral de los días

no se ve más que niebla

que oscurece el pulso herido de los cuerpos

 

 

II 

 

del afluente de sangre 

poco hay para decir salvo 

no hay corriente más esclava 

que la de las venas 

no hay paso más cansado

que el de los ojos por las figuras

y no hay una sola mano sin herida

por eso, Madre

desde tu gran parto inaugural te desangras

pues tus manos llagadas

abren diario la puerta 

que conduce a la verdadera patria del latido

¿es casa o es prisión la guarida que provees?

en el gran coito terrenal

tú auscultas las paredes

de la habitación blanca.

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